Copito cazador

noviembre 7th, 2008

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El post de Halloween

octubre 31st, 2008

Otro año más y otro Halloween

Y de nuevo disfraces y monstruos.

En España esta fiesta cada año se vuelve más popular y consigue más adeptos. Y es que es difícil resistir la tentación a disfrazarse, y divertirse dando sustos al que se deje, claro.

¿Quién puede renunciar al lado tenebroso del "no-muerto" que llevamos dentro?

Existen monstruos universales que unen a todos los humanos: el vampiro, el zombie, freddy krueger… Y es que no hay mejor manera de espantar lo que nos da miedo que riéndonos de ello.

Nosotros los felinos miramos de reojillo estás costumbres. Sobre todo porque muchas veces nos han convidado, sin nuestro permiso, a su acervo monstruoso. Nos han hecho amigos y compañeros de brujas, portadores de mala suerte y de quien sabe más desdichas. Y es que, como no podía ser de otra manera, la envidia hacia un ser tan independiente, enigmático y superior como somos nosotros los gatos, nos ha colocado como compañeros de una parada de monstruos.

Desde mi humilde territorio virtual hago mi aportación a la exaltación del terror…

 

Copito, el gato con botas es un zombie
 
¡Feliz Halloween a todos!

La barrera invisible

octubre 26th, 2008

No hay nada más tentador para un gato que un hueco oscuro y estrecho por el cual parece imposible aventurarse.

Analicemos las posibilidades ocultas que ofrece a un gato semejante recoveco:

  • Es oscuro.
  • Está inexplorado.
  • Probablemente sea muy estrecho.
  • Lo más seguro es que esté muy sucio.
  • Sus prometedores nuevos olores sobrepasan la mera tentación.

Seguramente este "hueco" llevaba mucho tiempo ahí, pero hasta ahora, por algún motivo desconocido, no me había percatado de su existencia.

El hueco

¿Cómo es posible? He pasado incontables veces por la cocina, el territorio favorito del "gran gato"; lo he explorado, requeteolido, marcado, (cuando no está él claro)… Y nunca antes lo había visto.

Sin embargo estaba ahí, ante mis ojos, ese huequito prometedor al lado del lavavajillas.

Un día me decidí.

Todo estaba a mi favor: la casa vacía, la puerta de la cocina abierta… y mi instinto gatuno al máximo nivel. Así que me no esperé más y me aventuré a la exploración del nuevo hueco.

Las experiencias de mi investigación fueron muy diversas y tan extremadamente intrépidas que no dispongo de palabras para poderos describirlas.

Después de unas deliciosas horas de espeleología en el hueco, y antes de que volvieran los "gatos gordos" de sus actividades en el exterior del territorio, volví a mi estado de reposo habitual en el cesto, disimulando y seguro de que nadie se percataría de mi nuevo descubrimiento.

Pero hete aquí que no hay delito que quede impune y en este caso no iba a ser menos. Nunca hubiese sospechado que mi bello pelaje blanco, del que tantas veces me he mostrado orgulloso, fuese el que delatase mis fechorías.

Y es que como efecto secundario de mi investigación, al arrastrarme sigiloso por el sucio hueco, mi pelaje había tornado a un gris sucio.

Los gatos gordos se disgustaron mucho con mi suciedad, creo yo, y que no es que a mi me parezca tan grave, y después de largas pesquisas y deducciones, descubrieron mi hueco secreto.

A partir de este punto, el relato se torna para mi en un misterio.

La barrera invisible

 Donde antes hubo olores interesantes y prometedores vestigios de exploraciones profundas, surgió una barrera invisible que los hizo desaparecer de la noche a la mañana.

Y aunque mi visión, de la que también me fío, me mostraba el camino al interior de mi hueco, esa barrera invisible, de repulsivo olor a cebolla, se levantaba ante mi, inexpugnable, y mi nuevo descubrimiento.

Ahora que lo recuerdo, este repelente olor siempre estuvo presente en todas mis incursiones a la cocina, y en mi sabiduría gatuna había decidido ignorarla y pasar de largo. Es por esto por lo que creo, que es este el motivo por el cual durante tanto tiempo, no me había percatado antes de la existencia de aquel apasionante hueco.

Copito ante la barrera invisible

Gran campeonato de pesaje de Copitos

octubre 18th, 2008
Gran campeonato de Copitos

Mi gemelo, el Copito de Barakaldo, en un acto de suprema sabiduría me ha hecho ver los verdaderos orígenes de la crisis… Y no es otra que una simple razón de peso.

Así que, haciendo un sondeo entre nosotros, los portavoces del movimiento copitil, hemos descubierto que, como no podía ser de otra manera, mi gemelo es el ganador en este campeonato de pesajes de Copitos con un peso de 5,2 Kg.

En segundo puesto, muy cerca de mi amado gemelo, estoy yo, con unos 4,7 Kg. Huelga decir que intentar llegar a la marca de mi gemelo es mi gran reto al cual pongo todo mi empeño y apetito.

Y por último, en el tercer puesto, no por menos meritorio para su tamaño, está nuestro tocayo Copito hamster con 150 gr.

Aunque por causas técnicas, alcanzar a nuestro vigente campeón, Copito de Barakaldo, es una labor casi imposible fuera de su alcance, no hemos de subestimar al pequeño de los Copitos, quien ya ha demostrado en contadas ocasiones lo pertinaz y atrevido de su carácter.

Por supuesto otros miembros del movimiento copitil, aspirantes a Copitos, superan estas marcas. No descartamos la convocatoria de un campeonato paralelo para ellos, en los que ya intuimos posibles finalistas como Ambulancio, con sus impresionantes 6,2 Kg, seguido muy de cerca por mi prima Trinity de El Escorial con 6 Kg y un aspirante al título indiscutible… Mi primo de Santander Newton con sus pasados 7 Kg.

¡Arriba el copitismo!

Tiempos de crisis

octubre 8th, 2008

En estos días sólo hay un término que lo inunda todo: "CRISIS".

Y yo, como curioso Copito que soy, me pregunto: ¿Qué es eso de la crisis?

La crisis es, quizás, como cuando mi plato de comida está vacío.

Copito ante el cuenco vacío

Pensemos en el delicioso pienso que guarda "mi gata" en el armario de la cocina; yo he visto la bolsa enorme, un gigante de olorosas promesas de miles de venideras comidas.

Me imagino a mi mismo, rodeado de kilos de aromático pienso, regodeándome en esos deliciosos sabores de pavo, pollo, carne…

Pero cuando esa visión me impele a acudir presto a mi cuenco de comida, me encuentro que inexplicablemente está vacío.

"Mi gata" me promete una medida diaria de alimento; el justo para no expandirme y ser como mi vecino Trasto, igual de largo que de ancho; y aunque ella me avisa que racione mi medida, mi ansia devoradora es mayor y no puedo evitar comerme antes de tiempo toda la ración.

Y es que es muy dificil contenerse, sobre todo cuando pienso que tengo pienso para rato guardadito en el armario…

La crisis debe ser como cuando ese juguete, que antes apenas te molestaba mientras dormitabas, ahora es un incordio, un peso sobre tu lomo… y te preguntas como hasta el día de hoy podías convivir con semejante carga… Teniendo en cuenta que además tienes mas juguetes que aunque pequeños, ocupan espacio y recursos en tu existencia.

Un peso sobre el lomo

Ante la crisis presente en todos los medios de comunicación, no me quiero dejar llevar por el pánico… así que mejor opto por una actitud muy felina, y aquí me quedo… esperando a tiempos mejores.

Copito escondido ante la crisis