Hoy hace un año que conquisté este trocito de territorio virtual. Recuerdo con nostalgia la narración de mis primeras aventuras… Un gato siempre avanza para conquistar, pero olisqueando con cautela cada paso.
Y ahora veo todos los amigos que he ganado y todos los otros territorios virtuales que he conocido; ¡hasta un hermano gemelo! ¡Qué afortunado soy! De tan contento que me pongo se me eriza el rabo y doy saltos y botes prodigiosos hasta el techo.
Revisando mis viejas fotos me vienen a la memoria muchos momentos memorables que, quizá por falta de tiempo, no os pude contar en su momento:
Cuando conocí, bueno más bien olí, a mi amiga arañita.
¡Entonces tenía sus ocho patas! Ahora le falta alguna y, las que tiene, están sujetas por una goma. ¡Incombustible mi arañita! ¡Sólo pollo puede rivalizar contigo!
Tupé o boina negra.
Una de mis inconfundibles, junto con mi lindo rabito negro y torcido, que me caracterizan. ¡Genio y figura!
¡El rico yogur!
Cuando descubrí que hay vida más allá del pienso, fué uno de esos momentos memorables en mi vida gatuna. Aquel delicioso mejunje que, discurrió por primera vez por mi garganta, me abrió las puertas a un mundo de infinitos sabores. Esa sensación y descubrir, que de la mesa del salón a veces caían restos suculentos, cual fruta madura, ha marcado mi existencia gatuna para siempre.
¡Ays amigos! ¡Cuántos momentos! ¡Y los que nos quedan!