¡Buf! ¡Qué resaca! Llevó tres días sin poderme levantar, ni articular maullido para poder contaros las fiestorras en las que he estado. Me duelen los ojos, me duelen las zarpas, me duelen los bigotes y hasta la punta del rabo…
Como hay que alternar y ví que mis dos disfraces eran muy buenos, me fuí a una fiesta de unos perros muy colegas míos; son unos chuchos muy enrollados y alternativos, cualquier ser con pelo, cuatro patas y rabo es bienvenido.
Me lo pasé pipa con el jueguecito "quién soy"; hubo uno que incluso me confundió con un tío suyo de Albacete.
Allí estaba Portos, corriendo como un loco de un lado a otro buscando latas verdes en el techo, (¡cómo va a estar el bar en el techo muchacho!);
su disfraz de payasete muy logrado.
También estaba Lola, guapísima, improvisó la danza de los perro-cisnes para los presentes, levantando muchas ovaciones…
Cuando Lola estaba en el segundo bis, a lo lejos me pareció ver a mi amiguito Conejín disfrazado de doctor House. No pareció reconocerme… pero es normal porque mi disfraz de perro era muy bueno…
La noche empezaba a animarse y llegó el momento de cambiar de aires. La fiesta de los gatos no me pillaba muy lejos; así que decidí cambiarme de disfraz al de gato con botas, que me han dicho que me hace mucho más apuesto…
La noche es joven!!!!
Marramamiauuuuuu
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