Hace tiempo que vengo observando un cambio en las aves que circundan mi territorio.
Ya sabéis que una de mis grandes responsabilidades diarias es el cuidado y vigilancia de los alrededores de mi territorio. Por supuesto esto incluye puertas de entrada, ventanas y, como no, tejados y zonas de cielo que sean visibles desde la posición en la que esté.
Hace tiempo que, producto de mis numerosas observaciones, elaboré un completo censo aviar, concretamente de palomas. Pero, hete aquí que, el flujo poblacional de estas aves ha cambiado drásticamente, sobre todo desde que se cerraron los accesos a los trasteros que hay cerca de mi hogar.
En consecuencia mi censo aviar ha cambiado drásticamente, no sólo en número de palomas sino también en especies de pájaros, lo cual ha resultado ser mucho más gratificamente para mis horas de observación. Y es que de todos es sabido que en la variedad está el gusto.
Con las nieves llegó este tierno pajarillo. Que gusto me dió verlo desde mi parapeto calentito. La emoción aquel día fue doble, porque también es la primera vez que ví nevar, (parece ser que en Madrid esto no es muy habitual).
Con la lluvia llegó el pájaro con el pico naranja. El "gran gato", en su gran sabiduría, echó unas migajas de pan en el tejado para entretenerlo y que yo lo pudiese observar mejor.
Por supuesto se ha corrido la voz en los alrededores, y ahora puedo observar también otros pájaros muy interesantes.
Aquí tuve que parpadear varias veces, porque por un momento pensé que veía doble.
Y cuando se fué la nieve volvió el pajarillo blanco y negro. Ese día no había pan. Pero él se quedó un rato igualmente. Debe de ser que las vistas le han gustado.