… Y este gran misterio de la "gatunidad"… Si no aguantamos ni una pizca de agua, como es posible que me apasione tanto el plato de la ducha.
Después de que estos dos gatos, (que son la mar de raros), a los que tanto les gusta el agua, (mira que no lo entiendo), usen esta caja y la dejan encharcada, no encuentro mayor placer que aposentarme sobre los restos de la inundación. Lameteo todo el agua que tiene un sabor extraño pero irresistible en su olor y termino paseando mi rabo empapado por toda la casa, a la vez que firmo mi recorrido con la marca de mis patitas humedecidas.
Debo de reflexionar sobre esta debilidad irracional, puesto que no es comprensible esta extraña afinidad al líquido elemento que sobre mi lomo me produce tanta incomodidad.