Recuerdo con nostalgia el invierno tranquilo y reposado, durante el cual he apurado hasta el último momento mis sueños matinales. Acurrucado entre las mantas del "cesto gigante", me estiraba perezoso sopesando la terrible idea de sentir el suelo helado en mis patitas.
Pero desde que las palomas amenazan con invadir los aledaños de mi territorio, me he visto en la pesarosa obligación de madrugar. Y es que con la llegada del verano, la población de palomas en los alrededores se ha visto notablemente incrementada.
Ya con los primeros rayos de sol, "las invasoras" me provocan emitiendo sonidos "currucantes". No me pregunteis por qué motivo o razón, esos ruidillos guturales ejercen sobre mi una poderosa atracción, pero son capaces de sacarme hasta del más profundo sueño gatuno.
Como soy un gato muy celoso de mi territorio, no puedo permitir que se escape a mi control ninguno de estos elementos alados. Así que he decidido, producto de mis largas horas de vigilancia, tener un completo censo palomar informatizado.

En primer lugar, las gemelas Pili y Mili. Siempre aparecen juntas a la misma hora; canturrean al unísono y perfectamente sincronizadas a la vez que se recorren, como en un baile, el perímetro del acceso al palomar. Probablemente pronto editaran un disco con la canción y el baile del verano.

El coqueto Palomo Manolo, pretendiente tanto de Pili como de Mili. Desconozco si sus intenciones son nobles, o por el contrario lo que le motiva son las posibilidades económicas de las gemelas. Veo en él su futuro representante musical.

Berta, la independiente. Sin duda "mi favorita"; espíritu libre y bohemio nunca estará dónde te esperarías. Por supuesto nunca dónde están las demás. Esta es su ventana. Ni mi atenta mirada y cercania la astrae de su vida contemplativa.

Y aquí estoy yo, en la dura y ardua tarea de la observación. Y es que la vigilancia palomar es todo un arte que no está al alcance de todos y, de la que un servidor tal y como muestran las imágenes, se está volviendo todo un maestro.